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Andrés y Melisa

Foto del escritor: Eduardo Cu NeEduardo Cu Ne

Una sesión improvisada, divertida y con excelentes fotografías.

A veces las sesiones improvisadas son las que nos dan los mejores resultados. El estudio fotográfico garantiza una buena iluminación y nos da completo control en la configuración de la cámara, el entorno y el color.

No obstante, el estudio puede ser un poco intimidante si uno no está acostumbrado a estar frente a la cámara. La poca planeación nos ayuda a obtener fotos espontáneas, que a nuestro parecer, son siempre las mejores.

En esta sesión empezamos con los retratos de Melisa, pero batallamos al principio para obtener las fotos que queríamos. En una sesión "normal" pido a las personas las fotos que más les gusten como referencia, pero esta vez, al ser improvisada pedí la referencia en el momento.


La respuesta de Melisa me sorprendió, pues me dijo que no tenía retratos que le gustaran. Como fotógrafo me sentí muy identificado, pues al estar detrás de la cámara uno desarrolla su propio gusto respecto a la foto, y que alguien más te tome un retrato que se ajuste a ese estándar es difícil.

También considero que tengo pocas fotos mías que me gusten, no sé posar porque no veo lo que está pasando a través del lente.

Antes de complicar la sesión, la ausencia de una referencia me motivó más a obtener un buen retrato, pues sé perfectamente lo que se siente no tener una foto a tu gusto.

“En Daguerro creemos que todos debemos tener un retrato que nos guste (incluyendo los que estamos detrás de la cámara).”

Fue en un momento en el que quisimos abandonar las fotos "serias" y empezamos a jugar con los gestos, las poses y el cabello. Comenzamos a sacar fotos sacudiendo la cabeza, alborotando el pelo sin preocuparnos tanto en el "look".


Mucho más relajados, y con la idea de jugar durante la sesión, las fotos empezaron a salir mucho más naturalmente. Después de un rato de no conseguir una buena foto, cada foto nos gustaba más que la anterior.


En algún momento durante la sesión, Melisa tomó la cámara para tomarme una foto. Para ser honesto, considero que mi lugar es detrás de la cámara y también me cuesta trabajo desde la sonrisa hasta la posición del cuerpo, pero en vez de sentarme y pedirme algún gesto, quiso destacar mi cabello.






El resultado me sorprendió. No sólo Melisa logró tomar una de mis fotografías favoritas (ya necesitaba actualizar mis fotos). Sino que nos sacó del bache creativo y de la incomodidad que modelos inexpertos podemos sentir.


Todos terminamos con buenos retratos, ¡incluso yo! Andrés tenía una pose más natural, y conseguimos un par de fotos muy divertidas y otras más serias, con un aire un poco más profesional.


Sesiones como esta son las que hacen de la fotografía un oficio tan apasionante. Con la foto se plasma mucho más que una imagen, puedes obtener la esencia de las personas, captar un agradable momento para siempre, y una conexión con las personas a quien retratas.

¡Gracias, Andrés y Melisa!





#Retrato #Estudio #UnaLuz

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